viernes, 5 de febrero de 2016

FILOSOFÍA HUMANA Y LA BIBLIA (TEOLOGÍA)


Filosofía  Humana

El concepto filosófico del ser humano ha sido estudiado desde tres puntos de vista diferentes: la relación entre mente (alma) y cuerpo, la forma de actuar según la razón o según los sentimientos y, por último, el análisis del ser humano como un ser personal.

· Mente / Cuerpo – Para empezar, hay que saber distinguir qué es el cuerpo y qué es la mente. El cuerpo es la parte física del ser humano mientras que la mente o el alma es la parte abstracta, lo que se podría denominar como la “esencia” de la persona.
Razón o sentimientos – ¿Cómo actúas? ¿Guiado por la razón o por los sentimientos? Después de debatirlo en clase, todos llegamos a la conclusión de que nadie es capaz de actuar solo por la razón (ya que existe el instinto y los reflejos) ni nadie que actúe guiado tan sólo por los sentimientos (dado que, como seres humanos, tenemos implícita la capacidad de razonar). “eres persona porque tienes derechos” si no que es: “como eres persona, tienes derechos”. Además, dado que son personas, pueden exigir esos derechos, si no lo fueran, no podrían

La reflexión metódica que refleja la articulación del conocimiento y los límites de la existencia y de los modos de ser se denomina filosofía. El término, de origen griego, se compone de dos vocablos: philos (“amor”) y sophia (“pensamiento, sabiduría, conocimiento”). Por lo tanto, la filosofía es el “amor por el conocimiento”.
Filosofía. El filósofo, por su parte, es un individuo que busca el saber por el saber mismo, sin un fin pragmático. Se mueve por la curiosidad e indaga acerca de los últimos fundamentos de la realidad. Más allá del desarrollo de la filosofía como disciplina, el acto de filosofar es intrínseco a la condición humana. No es un saber concreto, sino una actitud natural del hombre en relación al universo y a su propio ser.
Al igual que la religión, la filosofía se centra en las cuestiones últimas de la existencia humana. En cambio, a diferencia de la religión, no se basa en una revelación divina o en la fe, sino que lo hace en la razón. De esta forma, la filosofía puede ser definida como el análisis racional del sentido de la existencia humana, tanto individual como colectiva, fundado en la comprensión del ser. Pese a ciertas semejanzas con la ciencia, la filosofía se distancia de ésta ya que muchas de sus preguntas no pueden ser respondidas mediante el empirismo experimental.
La ubicación social del ser humano hace que esté sometido no sólo a las leyes naturales, físicas, sino también a una serie de leyes emanadas de la sociedad que podemos juzgar como convencionales. En este sentido, naturaleza se opone a convención. De nuevo, podríamos considerar que el ser humano es tal en la medida en que se comporta conforme a tales convenciones y también en la medida en que tales convenciones progresan hasta recoger lo que hoy llamamos derechos humanos. Se puede discutir si la ley de la ciudad debe, a su vez, compararse o aproximarse a alguna suerte de ley natural. En cualquier caso, esta la ley natural-moral, a diferencia de las leyes naturales-físicas, sería reconocida por la razón humana, impuesta y acatada como convención desde la libre voluntad de las personas (Carpintero, 2008). Aquí naturaleza se opone a razón, también a libertad y a voluntad. El ser humano puede entonces ser conceptualizado más por su razón que por su pertenencia a la natura, más por su libertad












LA  BIBLIA

La Biblia (del latín biblĭa, y este del griego βιβλία biblía, ‘libros’)1 es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo. La canonicidad de cada libro varía dependiendo de la tradición adoptada. Según las religiones judía y cristiana, transmite la palabra de Dios. Hasta 2008, ha sido traducida a 2454 idiomas.
 HISTORIA
Biblia hebrea con tárgum en arameo, manuscrito del siglo XI. Presenta el texto de Éxodo 12:25-31 en caracteres hebreos.
La Biblia es una recopilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en las denominadas fuentes E (tradición elohísta) y J (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, para el que carece de sentido y no es aceptada la denominación como Antiguo Testamento al no aceptar la validez del Nuevo Testamento.
Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento es la serie de textos sagrados israelitas anteriores a Cristo, y que es aceptada por todos los cristianos como primera parte de las biblias cristianas. En términos generales, no existe un consenso general entre los diferentes grupos de cristianos sobre si el canon del Antiguo Testamento debe corresponder al de la Biblia griega, con deuterocanónicos, que es lo que plantean las iglesias cristianas ortodoxas y católica romana a través de su historia, o al del Tanaj hebreo, que es lo que plantean los judíos actuales, algunos protestantes, y otros grupos cristianos emanados de estos. Sin embargo, el orden, nombres y particiones de los libros del Antiguo Testamento de las biblias cristianas, a través de la historia, siguen la usanza griega y no la hebrea. Y, de la misma forma, varía del judaísmo en la interpretación y énfasis. (Véase, por ejemplo, el Libro de Isaías 7:14.). Aparte de los libros propios del texto griego de la Biblia, el canon de la Iglesia copta admite otros libros, como el Libro de Enoc y el Libro de los Jubileos.
El Nuevo Testamento
Biblia de Génova, una de las principales traducciones de la Biblia al inglés por parte del movimiento protestante del siglo XVI. En la imagen, el Padre nuestro en el evangelio de Lucas.
Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento es una colección de 27 libros, representativos de 5 diferentes géneros literarios judeocristianos:
4 Evangelios,
1 Libro de Hechos,
1 Apocalipsis, y
19 Epístolas (6 epístolas «católicas» o apostólicas, y 13 epístolas paulinas). Una séptima epístola católica ―a saber, la Primera epístola de Juan―, y una decimocuarta epístola paulina ―concretamente, la Epístola a los hebreos―, realmente pertenecen al género ensayístico o doctotratadístico, es decir, se trata de tratados doctrinales, con lo que representan un quinto género de escritos del Nuevo Testamento. La figura protagónica es Jesús de Nazaret, llamado Cristo. Casi todos los cristianos, con algunas excepciones, como el cristianismo gnóstico de los primeros siglos, han venido asumiendo el Nuevo Testamento como un texto sagrado divinamente inspirado. Sin embargo, no hay unidad universal en el canon del Nuevo Testamento. Son 27 libros en el canon de la Iglesia católica romana, aceptado por la mayoría de las Iglesias protestantes. La Iglesia cristiana ortodoxa de Siria solo acepta 22 libros en su canon. Libros como el Primer libro de Clemente y el Segundo libro de Clemente, el Libro de la Alianza, el Octateuco y otros, han sido motivo de disputas, y son aceptados por parte de otras Iglesias cristianas.


TEOLOGIA.El término teología tiene su origen en el latín theologia. Esta palabra, a su vez, proviene del concepto griego formado por theos (“Dios”) y logos (“estudio”). La teología es, de esta forma, la ciencia que se encarga del estudio de las características y propiedades de la divinidad. Se trata de un grupo de técnicas propias de la filosofía que pretenden generar conocimiento sobre Dios y el resto de las entidades calificadas como divinas. Ernest F. Kevan la define como la ciencia de Dios que se ha revelado a través de su palabra.
Teología. Por ejemplo: “Este escritor es un experto en teología”, “Si quieres inscribirte en esta escuela, deberás estudiar mucha teología”, “Soy creyente, pero no me importa la teología”.
El término fue acuñado por Platón en su obra “La República”. El filósofo griego lo utilizó para nombrar al entendimiento de lo divino a partir del uso del raciocinio.
Más adelante Aristóteles adoptó el concepto con dos significados: la teología como la división central de la filosofía y la teología como nombre del pensamiento propio de la mitología que antecedió a la filosofía.
La teología bíblica recibe este nombre porque se basa en el estudio del contenido doctrinal que hay en la Biblia. Investiga aquellos sucesos narrados en los libros que forman parte de esta biblioteca en la que los religiosos basan sus creencias, y establece una interpretación para cada uno de ellos. La crítica textual forma parte de la teología bíblica y su objetivo fundamental es relacionar los acontecimientos actuales con los narrados en la Biblia a fin de obtener una claridad sobre la interpretación de los mismos. Por su parte, la alta crítica se encarga de entender la paternidad literaria de cada uno de los libros que forman la Biblia, de sus fechas y autores.
La Teología Evangélica: Procede de la gran Reforma del siglo XVI cuyo objetivo era volver a los orígenes. Proclama la importancia de respetar la autoridad soberana de Dios que se encuentra citada en los libros de la tradición Hebreo-cristiana. Propone escuchar la voz de Dios a través del Espíritu a través de la palabra revelada en dicha tradición.
LA PALABRA DE DIOS
La Biblia enseña que Dios es el Creador del universo. Él creó el tiempo y el espacio, creó todas las realidades de la ciencia (Is. 40:26-28), creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza (Gn. 1-2), creó el corazón y la mente humana, donde depositó las leyes y facultades con las que lo seres humanos operan. Dios imprimió su Palabra y el conocimiento de su Ser en toda la creación. Es por esto que los teólogos dicen que la creación es la revelación de Dios (Sal. 19:1). El Señor se ha revelado en la naturaleza y en la mente humana.
LA TEOLOGÍA BÍBLICA
La teología bíblica es una disciplina por sí sola, diferente a la teología sistemática o la teología histórica. Podemos decir que es una herramienta de la hermenéutica (la hermenéutica es la ciencia que se encarga de la interpretación del texto bíblico). Bastantes personas, como el amigo que mencionamos, confunden la teología bíblica con la teología sistemática, cuando las dos son diferentes. La teología sistemática es la aplicación de la palabra de Dios a todas las áreas de la vida humana, mediante la organización sintetizada de temas específicos, ejemplo, ¿qué dice la Biblia sobre el amor de Dios?; mientras que la meta de la teología bíblica no es formular una doctrina cristiana para hoy, más bien un entendimiento de lo que el texto bíblico revela acerca de Dios y su relación con su creación a través de la historia [1]. En términos más amplios, el enfoque de la teología bíblica es la estructura de la Biblia. Es entender cómo cada texto bíblico se relaciona con el resto del canon.
Pero la teología sistemática y la teología bíblica no pueden verse como disciplinas opuestas. Todo lo contrario; son independientes la una de la otra. La teología bíblica es la fundación que permite que nuestra teología sistemática sea fiel al texto bíblico. Hay personas que tienen doctrinas correctas pero las sacan del texto incorrecto. Y eso está mal. No es solo tener una doctrina que refleje la verdad de Dios, es tener una doctrina desarrollada usando los textos que comuniquen lo que estamos afirmando. Es tener la doctrina correcta con el texto correcto.
La teología bíblica busca demostrar lo que la teología sistemática asume: que las Escrituras no son un conjunto de historias eclécticas y caóticas, desconectadas entre sí, si no una narrativa perfecta que comunica un mensaje coherente y consistente.
Como hemos señalado, la teología bíblica se concentra en comprender el mensaje teológico de la Biblia completa. Busca entender las partes en relación con el todo, y para eso debe de trabajar en la interacción mutua de la literatura, la historia, y la dimensión teológica de los diferentes textos y su relación como un todo. En resumen, es desplegar o, más bien, entender, la historia progresiva del plan de redención desde Génesis hasta Apocalipsis. Y como una herramienta hermenéutica, busca hacer una exégesis del texto bíblico en su propio contexto y a la luz del canon. La meta es declarar todo el consejo de Dios (Hch. 20:27), mediante la presentación de la multiforme unidad de la Biblia y su consumación en la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo.
LA BIBLIA: UNA SOLA UNIDAD CON SU CENTRO EN LA PERSONA DE JESUCRISTO
Como señalamos anteriormente, la Biblia no es un depósito de ideas abstractas o un glosario de doctrinas inconexas. La Biblia es una maravillosa unidad. Es la palabra infalible y coherente del Dios vivo y verdadero, y nos brinda una historia coherente y unificada sobre el camino único de salvación a través del único Salvador, Cristo Jesús.
El Nuevo Testamento es claro al decirnos que el centro del Antiguo Testamento y de toda la Biblia, no es el pueblo de Israel, ni Abraham, ni Moisés. El centro de ambos testamentos es nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Lc. 24:25-27, 44-45; Jn. 5:39, 45-47). Él es el verdadero Israel, él es el León de la Tribu de Judá, él es el verdadero Sacerdote, el unigénito Hijo de Dios, y es en él que nosotros somos adoptados en la familia celestial y recibimos los beneficios celestiales. Como nos dice B. S. Rosner, la teología bíblica mantiene un enfoque consciente en Cristo Jesús, no en un sentido ingenuo o inverosímil, donde Cristo es encontrado en los lugares más extraños, más bien notando la fidelidad de Dios, su sabiduría y propósito en el desarrollo de la historia de salvación [2].
Con respecto a la unidad de la Biblia, es importante que no resaltemos esa unidad mediante la eliminación de la diversidad que existe en el canon. Si no apreciamos la unidad que nos brinda cada libro de la Biblia; si no leemos cada texto y cada autor en su propio término y en su propio contexto, corremos el riesgo de mal interpretar las Escrituras y dejar de discernir lo que Dios le quiso comunicar a su pueblo en un momento específico de la historia. La unidad no puede ser sostenida a expensas de la diversidad. Por esto es necesario que entendamos la estructura que mantiene la unidad de ambos testamentos. En nuestro tercer artículo (que publicaremos próximamente, Dios mediante) introduciremos el tema de los pactos bíblicos, donde argumentamos que estos pactos son la espina dorsal o el marco a través del cual vemos la unidad de la Biblia, y por ende del plan de redención.
Como dijimos al principio, en este artículo quisimos introducir el concepto de teología bíblica. En un segundo artículo introduciremos las herramientas hermenéuticas que nos permitirán desarrollar una clara y consistente teología bíblica. En un tercer escrito desarrollaremos el concepto bíblico de pacto, y en subsiguientes artículos analizaremos los principales pactos bíblicos y su relación con los demás (e.g. Pacto con Abraham; el Nuevo Pacto).
Nuestra oración es que el Señor use este y los próximos artículos para desarrollar un mejor entendimiento de su Palabra, y por ende un mayor amor por la persona de Cristo. Así como la Palabra de Dios fue escrita y dirigida a su pueblo, la teología bíblica solo puede ser practicada por la Iglesia de Cristo, la cual fue llamada a moldear su fe, su vida y adoración de acuerdo a la voluntad de Dios revelada en la Biblia, con la ayuda y guía del Espíritu Santo.

El Hijo de Dios vino al mundo para revelar a Dios a los hombres en términos que pudiesen comprender. Por su llegada como hombre mediante el acto de la encarnación, los hechos relacionados con Dios, que de otra forma hubiesen sido muy difíciles para la comprensión humana, se trasladan al limitado alcance de la comprensión y el entendimiento humanos. Así pues, en Cristo, no sólo se revela el poder y la sabiduría de Dios, sino también su amor, la bondad divina, su santidad y su gracia. Cristo declaró: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9).